El verdadero debate de la LOMCE:
En los últimos días y tras la aprobación de la Ley Orgánicea de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) por parte del Consejo de Ministros, la LOMCE está siendo objeto de intenso debate en parlamentos, foros de debate, periódicos, sectores educativos y especialmente en la calle.
Unos dicen que es la mejor reforma llevada a cabo por el Gobierno de Mariano Rajoy y la mejor reforma educativa de la historia de España. Otros dicen que es un retroceso en educación, es potenciar la religión en las escuelas, es un recorte a las competencias en educación de las CCAA, se elimina Educación Para la Ciudadanía (EpC), se suprime la selectividad, se aumenta 1 año de Bachillerato, se reforma la Formación Profesional (FP), habrá un tratamiento simétrico entre las lenguas oficiales del Estado...
¿Pero realmente alguien cree que esos puntos son la solución (para los que están apoyando la LOMCE) o el problema de la educación (para los que se están oponiendo a la LOMCE)?
¿Alguna
persona cree realmente que la existencia o no de la asignatura de
religión o Educación para la Ciudadanía; la enseñanza en castellano,
gallego, catalán, valenciano o euskera; el cambio de la selectivad, etc.
son la solución o el problema de nuestro sistema educativo?
Rotundamente no. Hay aspectos de la LOMCE que me gustan, al igual que
hay otros que no me gustan. Pero tengo claro que no son lo importante.
Al igual que la Ley Orgánica de Educación (LOE) tampoco
abordó los temas importantes, seguir permaneciendo con la LOE es un
error.
Hace falta un verdadero, profundo y valiente debate sobre la reforma del sistema educativo.
Un sistema educativo que siga intentando NORMALIZAR al
alumnado es un sistema abocado al fracaso. La escuela no es una fábrica
en la que se deben transformar unos productos X en un producto Y igual e
idéntico (los niños no son azulejos). Cada alumno, cada persona es
única y completamente diferente a las demás. Y la escuela debe dar
respuestas a las necesidades de todos los alumnos (de forma
individualizada y personalizada) para desarrollar al máximo las
capacidades de los alumnos, respetando los ritmos de cada uno. Todos los
alumnos deben tener un carril por el que poder circular. No podemos
frenar a los que más pueden. ¿Se imaginan que en un pelotón de ciclistas
se obligase a los más rápidos a ralentizar su ritmo para ir a la par
que los más lentos y llegar todos a la vez a la meta? Eso estamos
haciendo generalmente en nuestro sistema educativo. Hay que hacer
esfuerzos y acompañar a los alumnos para que lleguen a la meta, pero
cada uno a su ritmo. Para ello, será necesario potenciar y trabajar las
inteligencias múltiples, inclusive la olvidada, importante e
imprescindible Inteligencia Emocional (especialmente la empatía).
Como explica la imagen que adjunto al artículo, debemos
modificar las formas de evaluar al alumnado. Todos no tienen las mismas
capacidades, ni aprenden del mismo modo. Y hay que hacerlo de forma
justa. Muy posiblemente, con la forma de evaluar expuesta en la imagen,
el mono obtenga un 10. Pero ¿El pez será capaz de subir el árbol? NO. No
nos engañemos, igualdad no es dar a todos lo mismo. Igualdad es dar a
cada uno lo que necesita.
Debemos recuperar la creatividad que hemos
perdido en el sistema educativo. Actualmente parece que la creatividad
sólo es una realidad en los recreos de los colegios. Son niños, hay que
dejarles crear, creer, imaginar, inventar, soñar...
Es momento de dejar de depender exclusivamente del libro
de texto, combinando los aprendizajes de contenidos con los aprendizajes
por proyectos y experiencias. Las experiencias en la enseñanza se
convierten en aprendizajes significativos de por vida.
En el nuevo sistema educativo debemos pasar de
simplemente etiquetar las dificultades de aprendizaje y las NEE, a
conocerlas para poder intervenir educativamente.
La
reforma educativa debe potenciar el enseñar a pensar a los alumnos, se
deben desarrollar sus capacidades cognitivas y metacognitivas para
lograr una sociedad crítica y capaz de pensar por sí misma.
¿Y la clave del cambio? La vocación del profesorado.
Pero
todo ello no será posible sin la colaboración de la sociedad. Ello
conlleva una apuesta decidida por la educación, una involucración de las
familias por la educación de sus hijos y por tanto de una colaboración
con la escuela. Sin ello no será posible un cambio en educación.
Y con la LOMCE tenemos la séptima gran reforma educativa.
No conseguiremos un cambio en educación mientras la misma siga siendo
materia de debate político (es necesario afrontar los problemas en
profundidad y con consenso). El cambio debe y puede empezar desde las
aulas e impulsada por el profesorado. Gotita a gotita lograremos hacer
un gran mar.David García Pérez
Presidente AMEVOCAST
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